martes, 29 de junio de 2010

LA JAULA


El niño abrió la pequeña jaulita, el cobayo dio uno, dos, tres pasos, se detuvo, miró en todas direcciones y rápidamente volvió a meterse en la jaula.

La señora hizo poner en fila a todo el personal femenino de la casa. Una vez que estuvieran todas les habló con su habitual rudeza.
- ¡ahora se me sacan todas la bombacha y la ponen en ese canastito!-

El niño hacía con sus propias manos una jaulita de acrílico transparente. En la parte superior practicó dos o tres agujeros. Cuando la hubo terminado abrió la pequeña puerta e introdujo en ella al cobayo.

- ¡Vos también Juanita que no tenés corona! – tronó la voz de la señora…
- Pero señora, yo… no puedo… tengo… estoy en el día…-
La señora la miró con furia y le apuntó directo al rostro con su índice derecho
- ¡Me importa una mierda!, - bajó la voz - te sacás ya la bombacha y ¡la ponés en el canasto! -

Hacía días que el cobayo vivía en su nueva casa. El niño le abrió la puerta y lo obligó a salir… el cobayo dio uno, dos, tres pasos, se detuvo, miró en todas direcciones y rápidamente volvió a meterse en la jaula.

- Ahora vos… ¡si vos…! agarrá el canasto y llevalo a la habitación de marcela-

El niño tapó los tres agujeros de la jaula y esperó que el cobayo se abalanzara sobre la puerta pidiendo salir…

El Cobayo murió asfixiado.
Ese mismo día, las pruebas genéticas de Marcela fueron rechazadas por encontrar contaminación en las muestras.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Triste todo.

Pavlo