jueves, 2 de diciembre de 2010

Guiquilics


Me dirán –seguramente- que lo mio es pasión por la nostalgia, que lo que me gusta criticar es la pura época, que eso en normal en una época de criticones…

Sin duda tendrán razón. Pero imaginemos por un segundo a Doña Margaretha Geertruida Zelle, a quien en su época conocieron –los que tuvieron esa buenaventura- como “La Mata Hari” decían que tenía una sensualidad y una belleza incomparables, decían que no había forma de resistirse, decían que un movimiento de un hombro desnudo, bastaba para que un soldado o un embajador cayeran felices en su hechizo, dijeron que cuando la mandaron a fusilar, los doce hombres tuvieron que disparar vendados, para lograr la proeza .

Me tocó nacer en una época en la que un espía es un gordo boludo, que colecciona recortes de diario, mientras se atiborra de Big Macs en la oficina de la embajada; una época donde el espionaje es burra burocracia, refugio de ñoquis y vagos del primer mundo.

Paso un pibe con un pendrive y le tiro abajo el andamiaje diplomático, y el recambio político, en cosa de 5 minutos…

Así nos pudimos enterar que según esta gente, nuestra política exterior es torpe.

Fernando Luis

La Peñaloza B.A.

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