viernes, 18 de marzo de 2011

Dos verdades...

Dos verdades: el hostigamiento mediático existe y el paro es un error político




El camionero Hugo Moyano, titular de la CGT
Por Roberto Caballero

No es ninguna novedad que Hugo Moyano viene sufriendo un hostigamiento de parte de los grupos mediáticos que defienden el orden conservador en la Argentina. Al jefe de la CGT todavía no le perdonan que haya encabezado la resistencia al modelo de los ’90 y, mucho menos, su actual alianza con el gobierno kirchnerista.

El movimiento obrero organizado, la juventud, los organismos de Derechos Humanos, la prensa antimonopólica y hasta el PJ tradicional son pilares fundamentales del amplio universo que apoya, con todos sus matices, las políticas públicas del gobierno de Cristina Kirchner, cuya potencia política está asociada, precisamente, a esa increíble capacidad de acumular entre opuestos, a esa unidad que propone y consigue de lo diverso.

El Clarín de Héctor Magnetto, y su socio menor, el Perfil de Jorge Fontevecchia, saben que esta es la médula del armado oficialista e intentan satanizar a estos mismos sectores para herirlos y neutralizarlos: así califican a Moyano de “mafioso”, a La Cámpora de grupo de jóvenes yuppies que sólo quieren “poder y dinero”, a los organismos de Derechos Humanos de “cooptados”, a Daniel Scioli de “tibio”, “servil” y “masoquista” y al periodismo alternativo de “ultra” o “paraoficial”. Apuntan de este modo al corazón que late dentro del modelo nacional y popular que ellos detestan y quisieran ver fracasar.

La operación montada desde Clarín para que Scioli traicione y se convierta en el candidato que el Peronismo Federal no tiene, les salió muy mal. Aun sin escuchar a Los Olimareños y a Silvio Rodríguez, el gobernador bonaerense, suerte de Solano Lima del kirchnerismo, espera su turno con vistas a 2015, sin sacar los pies del plato. Se ve que la lealtad es un valor aun para aquellos que no son progresistas, como no lo es Scioli ni el PJ tradicional, pero que apoyan políticas públicas que sí lo son.

En el caso de Moyano, los intentos son más persistentes. Pretenden verlo a toda costa en la vereda de enfrente de la Casa Rosada, porque ni la CTA de Víctor de Gennaro –hoy en el armado político-testimonial de Pino Solanas–, ni la izquierda antiburocrática, representan a la mayoría del mundo sindical, sino apenas a sus márgenes.

Cuando fue la detención del “Momo” Venegas, una columnista de Clarín escribió que la orden provino de un apriete al juez Norberto Oyarbide de parte de un militante de La Cámpora. El comunicado de la CGT defendiendo al líder de la UATRE, si bien medido e intervenido gramáticamente por los moyanistas que advierten que una ruptura con el gobierno terminaría perjudicando a sus representados, fue ideológicamente subsidiario de esa instalación falaz y absurda.

Moyano parece interpretar que un sector del oficialismo no hace todo lo que debería hacer para desvincularlo de la causa de los remedios truchos –y es cierto, como él dice, que 300 troqueles falsos no constituyen prueba de asociación ilícita– que no sólo está en manos de Oyarbide sino también en el juzgado de Claudio Bonadío, un ex cuadro de Guardia de Hierro y no de La Cámpora, o de la izquierda del gobierno. Cuando Moyano cree eso, sin embargo, en Clarín se frotan las manos. Porque lo que no lograron con Scioli parece prender en el sector del moyanismo con mayor tendencia a la paranoia.

Su decisión de parar el país el lunes próximo es un error. No les va a parar a Clarín y a Magnetto, a Duhalde, a Techint o a la AmCham. Ni siquiera al gobierno suizo: el costo político lo va a pagar el gobierno nacional y los dolores de cabeza serán para el conjunto de la sociedad. Ese malhumor sólo llevará agua para el molino del antisindicalismo.

Hay cosas que los cuadros gremiales más avezados del peronismo no pueden ignorar: 1) Esta semana, la justicia decidió levantar el secreto fiscal de Héctor Aranda y Lucio Pagliaro, ejecutivos de Clarín, investigados en la UIF por una supuesta maniobra de lavado de dinero con fondos de los jubilados que estaban en las AFJP.

2) La Sala II de la Cámara Federal de San Martín ordenó que Felipe y Marcela Noble, herederos del grupo comunicacional que hostiga a Moyano, se hagan nueva pruebas de ADN para determinar si son hijos de desaparecidos apropiados durante la última dictadura militar.

3) Diputados, con los votos kirchneristas, votó la media sanción de la ley que beneficia a empleadas de casas particulares y la inclusión de las sumas no remunerativas en los salarios blanqueados.

4) La tapa de Clarín de ayer, que pone a la CGT presionando para arrancarle un vice a Cristina parece hecha a medida del reclamo de la justicia suiza. Es obvia la intención de dañar la relación con el oficialismo.

¿Alguien en el entorno de Moyano se preguntó por qué el Ministerio Fiscal helvético puede pedir algo tan absurdo como la información financiera de la familia del líder de una central obrera a 14 mil kilómetros de distancia de Ginebra?

¿Tendrá algo que ver la ex embajadora Carla del Ponte, de fluidas relaciones con Clarín, ex procuradora general de Suiza y presentada como “especialista en lavado” por los fabricantes de prestigio a sueldo del diario de Magnetto?

¿Las notas contra el sinuoso titular de Covelia en Clarín y en Perfil habrán sido la antesala de este reclamo suizo, por lo menos curioso? Moyano no será Agustín Tosco, para desgracia de muchos progresistas, incluso los que son kirchneristas. Pero estos deberían preguntarse quién surge detrás de su figura, antes de declararse satisfechos por los golpes que recibe. Salvo, claro, que crean que Barrionuevo o Cavalieri expresan la democracia sindical y Clarín, el “periodismo independiente” que los nostálgicos de los ’90 agitan para convertir en verdad lo falso y en virtuoso aquello no lo es, ni por asomo.

http://www.elargentino.com

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