miércoles, 6 de abril de 2011

Todo, Nada....


La presente columna de opinión fue publicada el 31 de marzo en la contratapa del diario La Mañana de Córdoba y está en directa relación con la nota de la senadora Norma Morandini , publicada en La Voz del Interior, el 29 de marzo, la que se adjunta al final del artículo para los que no tuvieron posibilidad de leerla.

TODO Luis Rodeiro**

“La primera noche, ellos se acercan y toman una flor de nuestro jardín. No decimos nada. La segunda noche ya no se esconden, pisan las flores, matan a nuestro perro y no decimos nada. Hasta que un día, el más frágil de ellos, entra solo a nuestra casa, nos roba la luna, y conociendo nuestro miedo, nos arranca la voz de la garganta. Y porque no dijimos nada, ya no podemos decir nada”.

Bello verso, el de Maiakowski. Él nos advertía bien. La primera noche, ellos se acercaron y tomaron una flor de nuestro jardín: a costa de los Graiver y con la complicidad de la dictadura, se quedaron con el monopolio de papel prensa. No dijimos nada, porque no podíamos hablar y los que podían, callaron. La segunda noche ya no se esconden, pisaron las flores (abrazados con Menem, se birlaron Canal 13), mataron nuestro perro (en connivencia con Duhalde inventaron la ley Clarín , a su exacta medida, lo que les permitió pesificar sus deudas y disminuir su pasivo a la mitad) y no dijimos nada. Hasta que un día, el más frágil de ellos (en este caso yo diría artero), de apellido Magneto, entra solo a nuestra casa, nos roba la luna, y conociendo el miedo al anonimato de nuestra dirigencia, nos arranca la voz de la garganta y monta el más grande monopolio de la voz, con base en la ley de medios, que redactaron a su medida con la venia militar.

Pero Maiakowski se quedó corto con las metáforas posibles de lo que nos hicieron. No sólo nos cortaron la flor, nos la pisaron, mataron a nuestro perro, nos robaron la luna, sino que nos pisotearon, nos reprimieron, violaron nuestro gato, se afanaron el sol. Una noche echaron a 117 trabajadores y “las estrellas periodísticas del Grupo” no dijeron nada. Hace 11 años. Desde entonces no hay delegados, ni comisiones internas, ni libertad sindical. Instauraron el miedo gremial. Una madrugada se cargaron al juez, que -como dice Pablo Llonto- “tuvo el atrevimiento de encarcelar a la viuda de Noble, luego que la misma se negara reiteradamente a prestar colaboración en la causa donde se investiga si los hijos adoptivos de la viuda de Noble fueron hijos de desaparecidos, y donde se sospecha que gran parte de la documentación está alterada”. Muchos, cuando pudieron hablar, dijeron Nada.

Y el Flaco, nobleza obliga, se zarpó. Le concedió una prórroga por 20 años de vigencia del monopolio. Y casi, casi, no dice nada. Hasta que se dio cuenta y le gritó: ¿qué te pasa Clarín? Porque lo que se altera aquí en el verso de Maiakowski, es el final. El final apocalíptico que le gusta a los que pretenden asimilar gobierno popular con dictadura: “Y porque no dijimos nada, ya no podemos decir nada”.

No, el Flaco habló. Y hablaron los periodistas que desde hace años luchaban por la democratización de la comunicación, los dirigentes sociales que no tenían voz, los hombres y mujeres que no tenían acceso a la información, los que no se resignaban al pensamiento único, los que rechazaban que les “fabricaran” día a día la información. El fruto fue como recuperar la flor, resucitar al perro, rescatar la luna, instalar el sol, logramos democráticamente una nueva ley de medios audiovisuales que reemplazara la de la dictadura (cívico-militar).

Y sí, se recuerda a Maiakowski, cuando se banaliza el derecho de los trabajadores, cuando se atropella la libertad sindical, y en la “fábrica de noticias” se convierte una protesta gremial en un atentado a la “libertad de empresa”. Pero no nada, nunca más al silencio. Hay una sociedad que habla, que se moviliza, que comienza a distinguir la libertad de prensa de la libertad de empresa; el periodismo, de un holding de negocios, que entre otros productos fabrica información; que resiste el tutelaje sobre los ciudadanos que ejerce el poder mediático invocando verdades; hay prensa y hay negocios, disfrazados de ecuanimidad.

El pueblo habla. Comenzó a hablar. Sin tapujos. Y están sí los que no dicen nada, cuando se censura –desde esos medios monopólicos- a periodistas y colaboradores, incluso en Córdoba, porque piensan distinto a la “línea editorial”, que sólo es un derecho de la prensa privada. No dicen nada, pero nada, que ni Telesur, ni CN23. ni el programa infantil Paka Paka, no estén en la grilla de los Canales de Cablevisión, desacatando la ley.

Para que no nos sigan arrancando la voz de la garganta, estamos en la hora de gritar bien fuerte. Que es preciso defender la ley de medios, democrática e igualitaria. Que es preciso exigir que se cumpla la ley y las resoluciones judiciales.

No teman los temerosos. La libertad está asegurada, para todos. Como Nunca. Lo que está en juego es la igualdad de oportunidades. Seguirán hablando, sin el más mínimo menoscabo a sus derechos, los Morales Solá, los Gelblung, los Grondonas, entre otros, pero su voz ya no es, ni será única. Y porque nos negamos a decir nada, aseguramos que todos hablen.

**Periodista*Toda semejanza con el art.º Nada, de la periodista, escritora y senadora nacional Norma Morandini, que publicó La Voz del Interior el martes 29, es pura intencionalidad. Agradezco envío vía internet.

NADA - Norma Morandini*

“La primera noche, ellos se acercan y toman una flor de nuestro jardín. No decimos nada. La segunda noche ya no se esconden, pisan las flores, matan a nuestro perro y no decimos nada. Hasta que un día, el más frágil de ellos, entra sólo a nuestra casa, nos roba la luna, y conociendo nuestro miedo, nos arranca la voz de la garganta. Y porque no dijimos nada, ya no podemos decir nada”.

Toda vez que escucho cómo en nuestro país se banalizan las situaciones que a otras sociedades erizan, recuerdo ese poema de Maiakowski. Ese “nada”, agregado al final de las frases que ya se convirtió en un lugar común del lenguaje. ¿No será que buena parte de nuestra sociedad fue cediendo su libertad, por comodidad, por confundir la pelea del Gobierno con un diario con una “guerra de intereses”, sin advertir el autoritarismo que subyace en el desprecio a la prensa, un valor constitutivo de la democracia. Autoritarismo porque se vuelve a tutelar a los lectores como si fueran niños a los que se les debe decir cómo pensar, a quién leer o a quién creerle, en esa confusión de prensa y propaganda.
Como en el poema de Maiakowski, nada dijimos cuando, desde el inicio, el Gobierno defendió la “comunicación directa” y canceló las conferencias de prensa, y la pauta oficial se utilizó con criterio de propaganda. Nada dijimos cuando en nombre de combatir los monopolios, se configuró, con el dinero de los argentinos, un monopolio estatal que descalifica personalmente a todos los que manifiesten críticas o ideas que ponen en duda el “relato” oficial. Nada dijimos cuando surgieron los primeros bloqueos de los camioneros para impedir que los diarios lleguen a su destino,la mesa del café o el hogar de los argentinos. Nada decimos frente a la actual confusión de ministros que “twittean”, sin que cumplan con la obligación de hacer públicos sus actos de gobierno. Nada decimos ante la cancelación de la información en los portales del Gobierno y nada decimos frente a la apropiación de los Derechos Humanos, consagrados ampliamente por nuestra Constitución y todos los Tratados Internacionales a los que nuestro país está obligado a cumplir. Para que no nos arranquen la voz de la garganta, estamos en la hora de gritar bien fuerte que la libertad está amenazada. Ya no se trata de que aquellos que ya dimos prueba de haber peleado por la libertad del decir condenemos el bloqueo a Clarín y a La Nación. De lo que se trata es de que todos aquellos que hasta hora dijeron NADA, salgan de la comodidad y entiendan que cuando no se aprecia la libertad se termina actuando como esclavo.

*Periodista, escritora, senadora por Prov.º de Córdoba. www.normamorandini.com.ar

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