miércoles, 1 de mayo de 2013

“Perdimos, no pudimos hacer la revolución. Pero tuvimos, tenemos, tendremos razón en intentarlo. Y ganaremos cada vez que algún joven sepa que no todo se compra ni se vende, y sienta ganas de cambiar el mundo”




Envar El Kadri (1941–1998)

Nació en Río IV, Córdoba, el 1 de mayo de 1941, hijo de Ester Amelia Manna Y Khaled El Kadri, inmigrante libanés. Su hermana Susana completaba el cuadro familiar. Vivieron en Ciudadela, provincia de Buenos Aires. “Mi padre salía con las valijas cargadas de cosas de mercería, botones, hilos, agujas – que iba vendiendo – hasta que instaló un negocio. Como el era extranjero no hacía política, pero yo tuve la influencia de todo el medio ambiente en el cual me crié. Mis abuelos, mis tíos, eran todos peronistas… y para mí fue una cosa muy natural serlo; si éramos los únicos privilegiados en aquella época”.

El bombardeo al pueblo en la Plaza de Mayo en junio de 1955 y el golpe cívico militar contra el peronismo de septiembre de ese año, -cuando Envar estudiaba en el Liceo Militar-, lo pondrán de cara a la vida política nacional.

La principal motivación que lo llevó a la militancia política fue su profundo sentido de rebeldía ante la injusticia. Envar explicó: “muchos jóvenes de mi época decidimos que había que levantar las banderas de nuestros ideales, que no podíamos admitir que hubiera ciudadanos de primera que eran los “democráticos”, y ciudadanos de segunda que éramos los peronistas. (…) y ahí fue cuando nos organizamos ya por los años 57, 58 en los primeros comandos de la Juventud Peronista”.

Se sumó a la resistencia peronista llevando a cabo acciones consistentes en juntarse en la calle Florida, colgar retratos de Perón y de Evita, gritar consignas y cantar la marcha peronista desafiando al decreto ley 4161.

Pocos años más tarde integró la resistencia armada, dentro de lo que comenzaba a llamarse Juventud Peronista.

A partir de agosto de 1961 comenzó una etapa común a tantos militantes del campo nacional, caracterizada por la cárcel, la tortura, el exilio y la lucha.


En 1962 es condenado a prisión por tenencia de armamentos y explosivos. Un año más tarde una amnistía del presidente Illia lo devuelve a la calle.

Se transformó en uno de los principales referentes del Movimiento de la Juventud Peronista durante el primer Congreso en 1963, que “instó a todos los peronistas a la lucha revolucionaria hasta las últimas consecuencias”. Una demostración de ese ascendente sobre el MJP fue su elección como delegado ante el mismo Perón en una visita que varios militantes le hicieron en Madrid, en noviembre de 1963.

Hacia 1965, fundó y participó de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) con el objetivo de armar una guerrilla rural en el monte tucumano que enfrente militarmente al “onganiato”, abiertamente entregado a los capitales foráneos. Sin embargo y antes de entrar en acción, las FAP cayeron el 18 de septiembre de 1968, en Taco Ralo, dando origen a su segundo período de encierro y tortura muy duro y prolongado. Es liberado en 1973 con la amnistía del presidente Cámpora. Consiguió trabajo bajo la gestión Puiggrós, en la Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires (UNPBA), Facultad de Derecho, donde dirigió la guardería infantil.

El 1 de enero de 1975, amenazado y perseguido por la Triple A, y después de la muerte de su amigo Julio Troxler, comenzó un largo y duro exilio que finalizó en el año 1984, cuando regresó al país.

Estuvo en Beirut, Damasco, Madrid, París, destinos en todos los cuales vivió intensamente angustiado por no estar librando la lucha en su tierra mientras muchos compañeros caían en ella. Sin embargo su expulsión por la fuerza de España lo hizo sentir aún parte de ella.


Participó entre 1976 y 1978 en el Comité Argentino de Información y Solidaridad y en la fundación y organización de actividades que de una u otra manera actuaban contra el gobierno militar. A su regreso, tras el fin de la dictadura, continuó su incansable actividad militante.

Se dedicó a temas culturales adoptando como oficio la producción cinematográfica y la dirección de un sello discográfico “Milán Sur” pero siempre aportando a la reconstrucción del movimiento nacional y popular. Fue productor de tres excelentes películas como fueron: “El Exilio de Gardel”, “Sur” y “El Viaje”. Aportó su testimonio militante al ser entrevistado para la película de David Blaustein, “Cazadores de Utopías”. Escribió un interesante trabajo titulado: “Ernesto Guevara y el peronismo” donde aventaba toda la intención aviesa de separar al “Che” del movimiento nacional. Y en tal sentido también hizo la película “Che Ernesto”, dirigida por Miguel Pereira. Falleció de un infarto en Jujuy, el 19 de julio de 1998.

Hoy en día, una placa lleva su nombre en uno de los laterales de la Plaza Flores, sobre la calle Artigas. Su mensaje suena claro y convincente para las generaciones venideras: “Perdimos, no pudimos hacer la revolución. Pero tuvimos, tenemos, tendremos razón en intentarlo. Y ganaremos cada vez que algún joven sepa que no todo se compra ni se vende, y sienta ganas de cambiar el mundo”.

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